Semana Santa en la Cárcel - Olegario
Para aquellos que no me conocen, mi nombre es Olegario Castaño Alfaro. Soy militante de la Juventud Obrera Cristiana de Alicante y quiero compartir una experiencia de vida junto a vosotros. Todo se remonta a la Semana Santa 2017 – Cartagena que tuve la oportunidad de compartir junto a otros jóvenes de otras partes gracias a las Hermanitas de la Asunción.
La Semana Santa que vivimos consistía en realizar unos talleres en el centro penitenciario de Campos del Río. Os mentiría si al principio os dijese que no tenía miedo. Miedo por ser la primera vez en que entraría en un centro penitenciario de máxima seguridad. Miedo por lo que he visto en las películas, por lo que te cuentan, etc.
Muchos vivimos influenciados por el exterior pero el miedo se me fue yendo al ver a otros jóvenes al igual que yo decididos a entregarse a los demás, con ganas de vivir una experiencia cristiana en sus vidas, con ganas de tener un acercamiento a Dios a través de esta experiencia.
Lo vivido en el centro penitenciario en estos días me ha ayudado mucho a romper estereotipos que tuve. Me tocó ir al módulo de jóvenes junto a dos compañeros y, lo que más me llamó la atención, fue el compartir el significado de la Semana Santa con cada uno de los presos que asistieron. Fueron días distintos en que viví realidades distintas, compartí experiencias distintas y, sobre todo de acompañar la vida de Jesús en la vida de los presos.
A lo largo de nuestra vida han existido gente y seguirán existiendo gente que dejaron y dejarán huella en nuestras vidas tal y cómo lo hizo Jesús con ejemplo. Esas huellas pueden venir también acompañadas con cruces. Cruces que a menudo nos alejan de Cristo pero que también existen compañeros que nos ayudan a llevarlas.
Estos que nos ayudan a llevar nuestras cruces son nuestros compañeros de módulo. El entrar en un lugar en que vas a estar privado de libertad durante tiempo, te incita a pensar en tonterías; pero sí encuentras a gente que te ofrece su tiempo, te ofrece una ayuda para cargar para cargar tu cruz, te sientes otra persona. Y yo creo que con estos pequeños signos se encuentra el amor de Cristo. Este entusiasmo en llevar la cruz durante la viacrucis, asistir a misa durante este tiempo, arrodillarse ante la cruz de Cristo ha supuesto todo aquello que iba buscando.
Durante los talleres conocí a Buba. Buba es un chico de Nigeria que se encuentra en la cárcel y que dice que no cree en Dios. Llevaba tiempo sin hablar con un compañero de módulo. Ha sido hablarles del amor de Dios y se dieron las paces y un buen abrazo de estos que sacan lágrimas. Un amor que lo llevo a entregarse por nosotros en la cruz.
Mi experiencia no solo se ha limitado en el centro penitenciario, sino también lo vivido con las Hermanitas de la Asunción y cada uno de los que compartíamos la casa. Esta entrega, dedicación a otros, el compartir cada día me ha ayudado a vivir un acercamiento a Dios de una manera a la que estaba habitualmente acostumbrado.
Participamos en la Hora Santa y en la vigilia pascual con los feligreses de la parroquia de San Francisco de Asís. Terminar con el júbilo de los ahí presentes debido a la resurrección de Cristo es otra de las alegrías que me llevo, al igual que la experiencias y testimonios de todo lo vivido y compartido.
Es gratificante ver a otros dedicarse a los demás, ver a jóvenes que han optado por vivir una Semana Santa diferente, alejado del mundanal ruido y de lo cotidiano. Y la vida cristiana es esto, amor y dedicación a los demás. Es tener una escala de valores en nuestra vida; en la que el primer escalón está reservado a Dios y en el otro todo lo que tú quieras. No podemos dejarlo en un segundo o tercer escalón.