¡12 horas urgentes!
Catorce de diciembre de 2014, hoy el día empezó temprano, a las seis de la mañana tocaba el despertador y no con poco esfuerzo me levanto y me preparo para empezar este largo día trabajo.
De las primeras cosas a hacer antes de entrar: repostar en la gasolinera donde me espera la sonrisa de siempre, aquella que me hace decir: “doce horas de trabajo por delante pero siempre con la mejor sonrisa”.
Mientras la mañana va pasando, una de las visitas que se acerca al mostrador, me recuerda un wasap de anoche: le decía a un amigo que, a pesar de los momentos que “me pierdo” por estar tantas horas en este trabajo, las urgencias me dan la oportunidad de descubrir el otro lado de este entorno “hostil” donde la enfermedad, el dolor, la preocupación, la soledad o la tristeza están tan presente.
Poner atención y fijarme en la entrañable escena de una mujer que acompaña a su marido enfermo de alzheimer... cómo en este “final de la vida” el amor pasa a llamarse cuidado y ternura; en los llantos de una pequeña que tiene miedo a cualquiera de nosotr@s que viste con bata blanca; del anciano despistado y desorientado que llega al centro de salud y al que pacientemente escucho hasta saber exactamente que viene “buscando”; del compañero que me explica decepcionado la relación de trabajo con otr@s ; la cercanía que la doctora tiene con sus pacientes, verla y saber que su vocación es real y lo transmite; el paciente que amablemente nos obsequia con un lapicero adornado de dibujos que alguien pintó; el que marcha contento por la atención recibida, saber valorar la suerte de estar en esta parte del continente, donde a pesar de muchas cosas, tenemos una sanidad pública; observar el mal uso y el abuso de las urgencias; reconocer el enfado de quienes cansados con el “mundo” lo pagan con quien menos culpa tiene y que, ese enfado nada tiene que ver con su salud....
Y entre unas cosas y otras, fue pasando el día, y al final como se suele decir no se hizo tan pesado… y es que si miro más allá de este mostrador y del cristal que me separa de la sala de espera, veo la vida fluir, en un entorno en el que no es fácil… y sin hacer gran esfuerzo acabo diciendo que la vida son las pequeñas cosas del día a día…y doy gracias por estas 12h urgentes!
Marga
14.Diciembre.2014